Era el año
2012 y no hacía mucho que había terminado mis estudios de literatura inglésa en
la Universidad de Constanza. Era febrero y afuera hacía muy mal tiempo hace
muchos días ya. Me despertaba por las mañanas y el día me saludaba con
chubascos y por las noches al irme a dormir, el día se despedía de la misma
manera. Y como hacía muy mal tiempo no había nada de movimiento en la ciudad,
nadie querría salir de su casa. Era terrible y yo de hecho lo tenía harto. La
única cosa que me daban placer en estos días eran mis libros, devoraba por
mínimo un libro al día. Todo cambío con el día en que empecé a leer Robinson
Crusoe, un cuento que me atrapó mucho. Al haberlo terminado tomé una desición:
Voy a comprame un billete de avión para ir a las Polinesias Francesas a ir a
buscar la isla de Robinson Crusoe y también para escapar el hivierno de
Alemania. Había contratado con una pequeña agencia de viajes. En su folleto
ofrecía giras por el Archipiélago con paradas en sitios para hacer surf. Me
parecía el rescate perfecto de los días grises de aquí.
Después
de haber llegado a Tahiti me buscaba un alojamiento por la noche por que la mañana
siguiente iba a tener que madrugar y como el viaje había sido cansador tenía
bastante sueño. La mañana siguiente me busco el taxi, que había pedido a mi
llegada y me llevó al puerto para que pudiese embarcar al barco. Después de
mudarnos a nuestros camarotes, hubo una reunión en la cubierta, en la que nos
informaron sobre las reglas y precauciones de seguridad. En total eramos 25
personas de todo el mundo a bordo, prinicpalmente gente joven entre 20 y 30 años,
excepto la pareja de Nueva Zelandia con sus dos hijos. Para el primer día, nos
dijeron, nos llevaran a un arrecife para hacer surf y todos estuvimos super
emocionados por ir al agua con nuestras tablas. Nos divertímos muchísimo y
todos los que querrían ir a hacer surf cogieron muy buenas olas. Despúes de la
sesión me quede cansada. Como no había hecho surf hace medio año, me costó
mucha energía aquella primera sesión. Nos quedaron dos hora para reposar y arreglarnos
para la cena y yo querría aprovechar y echar una pequeña siesta. No pude dormir
mucho por que después de media hora el barco empezó a moverse mucho. Como me
parecía muy extraño, subí a la cubierta. Todos mis compañeros de viaje ya
estaban ahí juntados cuando yo llegué. Estaba lloviendo muy fuerte y había
mucho viento también. El mar era salvaje y hacía que el barco se movía
bastante. A pesar de que todos estabamos un poco nerviosos empezamos a haacer
bromas que seguramente vamos a naufragear como Robinson Crusoe. Pero pronto
vimos que la situación se convertió precaría. Nos instruieron que vayamos a
nuestras cabínas hasta que la tormenta hubiese desaparecido. Después de una
hora de pleno tambaleo el mar se calmó. Nos reunieron a borde y nos avisaron de
que habíamos perdido el curso, que el barco había sufrído mucho bajo la
tormenta y que estaramos a punto de hundir. ¡Qué emoción! Tuvímos mucha suerte
de que había una isla pequeña a la vista y que los botes salvavidas seguían
intactos. El plan era entoncés, irse en bote a la pequeña isla para buscar
ayuda.
Al
llegar a la isla rápido nos empeñamos en recorrer la isla en busqueda de
alguien. Al incio parecía que la isla era desierta pero a la segunda vista
encontramos cabaña. Aunque no había nadie en esa casita pequeña encontramos un
horno intacto y una cama. Todo tenía la pinta de vida. Entoncés nos dedicamos
otra vez a la busqueda de ese alguien que supestamente vivía ahi. Desgraciadamente
no había nadie.
Deprimidamente
nos reunimos todos de nuevos para hablar del procedimiento. Naufrageamos en una
isla desierta y no sabemos como y cuando salir de la isla....
“Ring,
ring, ring......ring, ring, ring……”
Confundida
me desperté y intenté ubicarme. Me costó un largo rato para darme cuenta de que
aún estaba en mi hotel en Tahiti y no en una isla desierta. El ruido venía de
mi despertador. Me preparé y salí de mi hotel. Con una emocíon extraña me subí
al barco que me llevaría a la gira por el Archipiélago.
Arbeitsdauer: 2,5h
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